Un ensayo sobre la Gastronomía en Latino-América

El propósito de esta exposición es poner de relieve la riqueza gastronómica de los países de latino-América. Nos adentraremos en una panorámica particular de cada uno de los países, exponiendo los principales ingredientes y platos tradicionales de cada lugar. Al hablar de América latina debemos tener en cuenta la extensión tan basta que vamos a manejar al iniciarnos en la gastronomía debido a la variedad de productos cultivables en dicho terreno.

La diversidad de campos, climas, temperaturas, latitudes, altitudes y costumbres es amplia, ofreciendo como resultado un elenco de recetas que seguro serán del deleite del paladar mas fino. Las américas, como se hicieron llamar por los primeros europeos que desembarcaban en tierras vírgenes de civilización conocida, son tierras ricas en especias y productos originarios que causaron furor en el arte culinario practicado en las metrópolis colonizadoras. Sin más dilación, daremos comienzo a este sabroso paseo por las cocinas latinas.


En Brasil existe una rica cocina regional, en un territorio marcado por enormes diferencias. La comida de una región suena exótica en otra región dentro del mismo país. En muchas ocasiones, las frutas nativas son desconocidas para los propios brasileños. Un bebé urbano puede tomar zumo de kiwi todos los días sin probar en su vida una papilla de tapioca con açai, sin ver un araçá, un cambucá, un sapoti, un jenipapo.

El contacto del portugués con el indio hace que se junten dos vértices culinarios. Las yucas, las frutas, las pimientas, la caza y la pesca se van mezclando con gracia al aceite de oliva, al bacalao seco, a los guisos, a la repostería. Cada región tiene su comida festiva, pero la “feijoada”, de origen carioca (de Rio de Janeiro) es considerada por muchos como el plato brasileño más típico e incluso fuente de inspiración para poesías como “Feijoada á minha moda”, de Vinícius de Morais.

El acompañamiento son: col picada muy fina, a la que se ha dado sólo vuelta y vuelta en la sartén con un poco de ajo y aceite, harina de mandioca o “farofa” (harina frita en mantequilla), y rodajas de naranja muy frescas. Cada uno hace su plato como quiere, pero nadie deja de precederlo con la famosa “caipirinha”, la bebida nacional, hecha de cachaça (aguardiente de caña), limón y azúcar. El almuerzo y la cena son parecidos.

El menú es casi siempre arroz blanco, frijoles colorados o negros con caldo espeso, carne, ave o pescado, una ensalada verde, verduras cocidas y croquetas fritas o pastel. Al lado, una fuente con harina de mandioca, o “farofa” y un frasco con pimienta en conserva o salsa de pimienta. Los pueblos son grandes consumidores de papillas. La papilla tiene un aspecto muy brasileño, un aspecto de elemento negro mezclado con el brasileño. Papillas ligeras, tibias, de taza, dulces, pero no mucho, con una pizca de sal para equilibrar. La de maíz, con un poco de mantequilla y unos trocitos de queso de Minas. La de avena, con más cuerpo, sólo un poco de avena y leche. La de maicena, suave y dulce, sólo leche, maicena y azúcar, servida en una taza, espolvoreada con canela.

A los brasileños les encanta una clase de comida que puede llevarse a la boca con las manos y que se acaba en uno o dos bocados. Son los “salgadinhos”. Preceden a una cena o almuerzo, como aperitivos, pero pueden constituir el menú completo de una boda, un bautizo o una fiesta de cumpleaños. Le siguen con frecuencia los “docinhos”, dulces llamados así, cariñosamente, con el diminutivo.

La “comida da rúa” (de la calle), la que vive al aire libre, a la puerta de las iglesias, en las plazas, en aceras, en quioscos a lo largo de las playas, también ha sido y es muy apreciada por los brasileños de todas las clases sociales. Es posible comer bien en todo Brasil consumiendo lo que se vende en la calle, en los carritos, las bandejas. El “acarajé Ballano”, el maíz cocido, el dulce de coco, la “tacacá”, el pastel de feria, el churrasco. 

En primer lugar, a gran distancia, las empanadillas. De carne suelta, con aceitunas - poca carne para que, al sacudirlas, se oiga un ruido característico. De queso, un enorme rectángulo - con el queso, objeto de deseo, que al último mordisco ya empieza a endurecerse. Las hay también de palmito, húmedas, todas fritas en la olla de mil frituras. Y acompañándolas, la “garapa”, caldo de caña molida en el momento, fría y dulce, muy dulce.

En los baruchos siempre existe algo tentador, aunque sólo sea un huevo pintado de rojo. En las panaderías, torreznos muy grandes, crujientes, envueltos en papel pardo para llevar. Lonchas de lomo con bastante salsa, dentro de un panecillo. Croquetas de gallina con hueso, mucho más sabrosas que las otras. Pueden ser de gambas, cuando se las llama "Jesús está llamando". Pan con mortadela con unas gotas de limón. Salchichas frescas fritas, sardinitas muy tostadas. En todos los bares de calle, los zumos de frutas, llamados "vitaminas" y que pueden variar hasta el infinito, con mezclas de mangos y acerolas, piñas, plátanos y leche, naranjas y guayabas y, como bebida alcohólica, el brasileñísimo batido, que es cachaça mezclada con hielo picado, fruta y azúcar. ¡Una delicia! En São Paulo se pueden degustar comidas de todo el mundo y de buena calidad. Se puede viajar gastronómicamente por el globo sin dejar los barrios de São Paulo.

Es muy recomendable beber agua embotellada y evitar el agua de grifo. Las alternativas son varias y estamos convencidos de que quedará enamorado de los zumos de frutas. Se sirven generalmente con azúcar, agua y hielo, mientras que los preparados con leche se les conoce como Vitamina. Los hay de casi todos los frutos, de aguacate, plátano, naranja, papaya, zanahoria, mango, pitaya, maracuya, guayaba, etc.

En algunas regiones se acostumbra beber caldo de cana, que no es otra cosa que el jugo extraído de la caña de azúcar. En cuanto a refrescos y bebidas embotelladas los encontrará en casi todos los sitios. El más común es el Guaraná, preparado con la fruta amazónica del mismo nombre. Las cervezas como la Antártica, seguida de la Brahma, Skol, Kaiser y Malt 90 se presentan en botellines de 600 ml.

El café (cafezinho) se sirve muy cargado, muy caliente, sin leche y con azúcar, mientras que los tés o chá no son muy frecuentes, a excepción de la zona de Río Grande do Soul, donde los gauchos beben mate (igual al que beben los argentinos y uruguayos). El cachaca, la pinga o aguardiente son los licores nacionales. Existen más de 100 marcas diferentes que varían de sabor y calidad. La caipirinha, bebida por excelencia, se prepara con cachaca, lima, azúcar, hielo y un toque especial que sólo los brasileños son capaces de dar.

La cocina mexicana es considerada como una de las más variadas y ricas del mundo. Gracias a la herencia prehispánica y española la gastronomía mexicana reune los sabores de dos contientes en platillos de gran colorido y sabor. La mujer es quien ha tenido la mayor influencia en la propia cocina mexicana. El sentimiento propio de conocer y mantener la tradición aun esta patente entre las mujeres mexicanas.

En el mercado se comprueba que la cocina mexicana tiene preferencia por los alimentos frescos y que desde sus fogones llegaron al resto del mundo el maíz, el chile, la calabaza, los nopales, el tomate y el aguacate; la aromática vainilla y el deleitoso chocolate. La comida tradicional suele requerir paciencia, delicadeza y algún secreto que se transmite de generación en generación.
Dentro de la gastronomía mexicana podemos apreciar algunos platillos tradicionales en épocas navideñas sin dejar de mencionar la amplia variedad de dulces que son fabricados en algunas poblaciones de Jalisco mencionaremos algunos de ellos: colaciones, garapiñados, barrilitos, colmenitas, huevitos, borrachitos, naranjitas, botellitas de aníz, fruta cubierta (calabaza, camote y bisnaga),turrón, jamoncillo de los Altos, palanquetas de nuez de Cd. Guzmán, palanquetas de cacahuate de Sayula, pepitorias, huesitos de durazno de los Altos, las bolitas de dulce de Chapala (de arrayán, de leche etc.), el ponteduro, los orejones, el rollo de Talpa, las trompadas, las charamuscas, las magdalenas, los pirulis, las varitas de tecojote o manzana, los dulces de ilusión, los gallitos, las almohaditas, el pinole, las greñudas de coco, los tamalitos de tamarindo, las ollitas, bolitas agridulces de jamaica y menta, tamarindo y limón.

Dentro de los platillos más tradicionales en temporada navideña tenemos los tamales de dulce y mole rojo, los ponches calientes de frutas y el de masa así como el ponche de granada y los buñuelos de viento.  En todos se acostumbra iniciar con un aperitivo y después acompañar la comida con vino o alguna otra bebida, pero la degustación puede resultar más amplia si se dirige a alguna de las excelentes cantinas, donde tradicionalmente le ofrecerán alguna botana para acompañar su bebida y animar la conversación; los sofisticados bares de corte internacional o las casi extintas pulquerías, sitios populares donde se rinde culto a mayaguel, diosa de la bebida prehispánica del pulque. El delicado balance enzimático de esta bebida no le permitie viajar tanto como a sus parientes destilados: el mezcal y el tequila.

La cocina mexicana representa pues, la feliz unión de las semillas, frutos y legumbres originarios del nuevo continente con los variados comestibles traídos a América por los conquistadores. Es la fusión de dos civilizaciones que da como resultado una exquisita comida. Provenientes de España llegan productos vegetales y animales (como el ganado) desconocidos para los mexicas, con ellos se van produciendo una nueva serie de resultados alimenticios e industriales. La leche, también desconocida, da lugar a la implantación y rápido desarrollo de derivados como son las cremas, requesones y quesos, que con el tiempo van tomando particularidades propias en cada región. Llegan en interminable desfile vinos, aceites y vinagres, aguardientes, arroz y especias; como clavo, canela, y nuez moscada.

A los frutos encontrados en México, se unen y combinan, entre otros, la caña de azúcar, el trigo -cereal de mayor clase- los cuales prestaron grandes oportunidades a la elaboración de panes y pasteles, a la vez que mejoraron atoles, chocolates y demás bebidas. El mestizaje resultado de la fusión de dos grandes pueblos hace que el tipo de comida española quede enraizada, pero transformada por las variaciones impuestas por las influencias ambientales y por las características peculiares de los viejos y nuevos productos al conjuntarse en los recetarios del nuevo país.

cocina oaxaqueña es una de las más completas de todo el país por su variedad, su riqueza, imaginación y su complejidad. El quesillo oaxaqueño es sin duda, el producto elaborado más popularizado nacionalmente. Se le ha tratado de imitar comercialmente pero, como los grandes quesos y los buenos vinos, solamente su rígido proceso artesanal asegura su delicadeza. Una auténtica quesadilla con asadero de Oaxaca, consiste en una tortilla de maíz en la que se ha colocado un trozo de quesillo, una ramita de epazote y un poquito de chile verde, para ponerla en el fuego y aguardar que éste obre la transfiguración del quesillo. La gastronomía oaxaqueña, reconocida en México y en el mundo, ha tenido como principales aliados al clima y las tradiciones; lo primero hace posible la existencia de productos vegetales y animales que sirven de base para la comida, y lo segundo explica las diversas formas utilizadas en su preparación. Llegar a Oaxaca significa entrar a un mundo extraordinario por el abanico de posibilidades que ofrece aun para aquellos de paladar exigente.

Encargándonos de Venezuela, decir que las personas que visiten el estado Guárico podrán degustar un conjunto de platos y postres típicos de esta región, con mezclas que van desde lo más sencillo a lo más elaborado y que hacen honor al sentir llanero. Quizás el plato más conocido es la arepa, que se utiliza principalmente como acompañante de otros platos o rellena de otros alimentos. Otros platos muy conocidos también son el pabellón criollo, la hallaca y la Pizca Andina. El plato simbólico por excelencia es el “Pisillo Guariqueño”, una fritura aliñada con ajo y ají dulce en la que se encrespan las hilachas de carne de venado salada y secada al sol, así como también carne de ganado, pescado o chigüire. El tradicional sancocho de gallina también es preparado con frecuencia en esta región. El ingrediente básico es la gallina, cocinada con aliños verdes en abundancia y verduras. Otro plato muy conocido en todo el territorio nacional, pero que en San Juan presenta una variación es el mondongo, ya que adicionalmente a las verduras y la carne de res, se le agrega limón, patas de ganado y panza.
Otro plato no muy conocido, pero muy recomendado y buscado, es la palometa frita, en donde se emplea la carne de este exquisito pescado, aderezada con ajo, sal y limón; para luego freírla envuelta en harina. También es muy famoso el pastel de morrocoy, plato muy preciado en todo el país, cuya elaboración se basa en la carne de morrocoy, aliños, pasas, huevos, papas, vino y picante. La variante de esta receta - considerada un manjar - es el pastel de tortuga, que posee los mismos ingredientes, a excepción de la carne.

En algunas partes del país, esta tradición culinaria ha ido disminuyendo por razones ecológicas, con el fin de preservar la especie. Sin embargo, aún son muchos los sitios donde puede degustarse. En cuanto a bebidas, es frecuente encontrar en San Juan quioscos y puestos de comida en donde podrás degustar el carato de maíz, refresco elaborado con masa de maíz, la cual se cuece con guarapo de piña y papelón y se deja reposar hasta el día siguiente. La chicha criolla, aderezada con pimienta guayabita, agua de azahares, cogollo de limón o naranjas y esencia de almendras, es otra opción refrescante.

No se puede dejar a un lado el guarapo de panela, hecho con papelón disuelto en agua con limón y hielo, mezcla especial para apaciguar el calor de la ciudad. La opción de postres está encabezada por el tradicional dulce de lechosa, elaborado con esta fruta, cortada en tajadas y cocinada en un melado de agua con papelón y hojas de higo. También son tentadores el arroz con leche y el dulce de leche. Las bebidas más importantes venezolanas son las chicas.

En Argentina destaca la influencia y se puede disfrutar la cocina de numerosos países, con establecimientos dedicados a la cocina alemana, americana, árabe, armenia, británica, irlandesa, española, italiana, japonesa, oriental, tailandesa, mediterránea, mexicana, polaca, porteña y suiza, entre otras.

Existen numerosas corrientes gastronómicas para disfrutar, como la cocina casera, internacional, de autor, criolla, mediterránea, étnica y otras. Sin duda existe una extensa variedad para todos los gustos, con establecimientos de calidad y con excelente atmósfera. El conocido asado, también extendido por todo el país, permite probar las diferentes partes de la vaca. Esta comida generalmente comienza con un chorizo y una morcilla, antes de que llegue la carne. También puede ser acompañado con riñones, mollejas, hígado y chinchulines, que componen las vísceras del ganado vacuno. También se suele incluir carne de pollo y esporádicamente lechón. En lugares especializados y sobre todo en el interior de la región, es común clavar terneros, corderos o chivitos enteros en estacas, que se van asando lentamente al calor de las brasas. El condimento típico del asado es el chimichurri, que es una especie de salsa sabrosa que se compone de diferentes especias y vegetales naturales, como el ajo, pimiento rojo, perejil, orégano, ají, tomillo, cebolla y laurel; mezclados con agua, vinagre, azúcar, sal y aceite. Esta comida regional se acompaña de sabrosas ensaladas de lechuga, tomate, cebolla, zanahoria, huevo duro y papa, por nombrar sólo algunas. El vino tinto es infaltable para esta ocasión.

La empanada es otro alimento típico. Es una especie de pastelito, que puede freírse o hornearse, y se rellena con carne picada o cortada a cuchillo que se la combina con cebolla, aceitunas o pasas de uva. También hay de pollo, jamón y queso, queso y cebolla y también de humita (choclo). Los pescados también son muy consumidos, sobre todo en las localidades sobre la costa del Océano Atlántico, y sobre los grandes ríos y lagunas.

El pejerrey, la merluza, el lenguado y otros peces son muy apreciados. Las paellas y el arroz con mejillones son muy populares.

En cuanto a los dulces, las facturas son típicas para acompañar el desayuno o la merienda. Estas masas se compran generalmente por docenas y se consumen en todo el país, consiguiéndose en cualquier clase de panadería. Son pequeños bollos horneados de diferentes formas, y que pueden contener diferentes rellenos (crema pastelera, membrillo, y dulce de leche son los más comunes). Entre las numerosas variedades podemos mencionar las tortas negras (con cobertura de azúcar moreno), las medialunas (que pueden ser de grasa o manteca), los conocidos vigilantes o bolas de fraile (fritas; de harina, huevo, azúcar y leche), y los churros (también fritos, que pueden estar rellenos con dulce de leche o crema pastelera, y espolvorearse con azúcar). Italianos y españoles, tan presentes en Argentina, han contribuido con su influencia engrandecer aún más la forma de preparación argentina.

La diferencia con la carne de otras partes del mundo es que los rebaños argentinos tienen una menor proporción de grasa, ya que son pastoreados de forma natural, por lo que en su recorrido nómada recorren grandes distancias. Todo esto ha logrado unos asados excelentes, con unas recetas tan completas como el lechón asado a la criolla, o los bifes a la criolla. En muchas ocasiones, el asado puede acompañarse de otros elementos típicos de una barbacoa, como chorizos, morcillas o salchichas de parrilla. Todos ellos, por supuesto, también de producción natural.

La gastronomía argentina tiene mucho que ofrecer a quien quiera degustarla. Existen multitud de platos típicos que combinan las influencias criollas y europeas, adaptados a la tradición sudamericana. Prueba de ello son los famosos panqueques, que pueden ser de manzana, dulce de leche, canela, etc. Este postre está realizado con huevo, harina, leche más los ingredientes que lleve cada variedad. 

Otro de los platos más típicos de la tradición argentina es el revuelto gramajo. Estos huevos revueltos van acompañados de jamón, patatas fritas y pollo. El pollo, al igual que la carne de vacuno, es uno de los platos que mejor, y de forma más variada, se prepara en Argentina. Hay varias decenas de formas de prepararlo: pollo a la crema con champiñones, a la manteca, a la provenzal, etc.  Hay pocos platos tan argentinos como las milanesas. Es éste un producto de la unión de los conocimientos culinarios de los inmigrantes italianos y de las materias primas argentinas. Su base es la carne, pero se le añaden ingredientes como harina, huevos, leche y pan rallado, además de los ingredientes propios de cada variedad. Quizás las milanesas más famosas sean la napolitana y la de boniatos rellenos.

Las pizzas también son un plato extremadamente sabroso en Argentina. Como toda la comida de este país, se ha tomado lo mejor de las recetas originales y se le han añadido ingredientes de la tierra. Así, es posible degustar unas maravillosas pizzas de berenjena, de panceta o de atún y cebolla que harían las delicias del napolitano más exigente.

Como corresponde a un país tan extenso y con tantos kilómetros de costa, el pescado es también un elemento habitual en la cocina argentina. Quizás la receta más conocida sea prepararlo “a la campesina”, es decir, frito y acompañado con curry, salsa china, ajo, mostaza y tomate. Se suele servir con arroz blanco o acompañado con legumbres. Por supuesto, para rebajar toda esta cantidad de proteínas, la cocina argentina también tiene grandes verduras y frutas. Una de las recetas más conocidas es la de la ensalada criolla, una variante de la ensalada tradicional, pero con ingredientes como las nueces picadas, dados de queso azul o trocitos de manzana. Normalmente suele acompañar asados y así hacer más completa la comida. Argentina resulta ser uno de los mayores productores de alimentos del planeta. Es gran productor de trigo, porotos, maíz (hay un pequeño consumo de la espiga inmadura del maíz, comúnmente llamado choclo), carnes (en especial vacuna), leche y, desde los 70's, gran productor de soja. En toda la gastronomía regional de la Argentina, es preponderante la elaboración de la empanada. Está siempre presente y sirve de entrada para todo festejo o como comida única. La arraigada manera para prepararla identifica  su propia provincia.  Por tal motivo la primera receta típica regional que describiremos  será la de la empanada.

También el alfajor se ha constituido en un producto emblemático argentino. De origen árabe, cuyo nombre deriva de alfahúa, y alajú en español, en nuestro País se aparte de su origen identificándose con dos piezas de masa dulce cocida pegadas con dulce, generalmente dulce de leche. Ineludiblemente lo incluiremos en cada provincia o ciudad por ser parte de su identificación o de su bagaje gastronómico y turístico. Pero no dejaremos esta página sin recetas...al contrario hablaremos la dos únicas consideradas por los analista gastronómicos, como realmente creaciones argentinas: y son, el Revuelto Gramajo y el Panqueque de manzana al ron. Todas las otras, aun las más tradicionales, transfieren su historia en distintas latitudes y tiempos.

La cocina chilena es el resultado de tres tradiciones culinarias que se funden y dan vida a la llamada cocina criolla. Son estos aportes: la tradición indígena, que se hizo sentir en las materias primas aprovechadas; la herencia española, es decir, los hábitos gastronómicos, y los usos y costumbres que trajeron los conquistadores; y por último, la influencia extranjera, en especial la influencia de la maestra suprema en este arte, como lo ha sido Francia. La gastronomía chilena se destaca por su variado sabor y color; acompañada de bebidas alcoholicas como el vino y pisco chilenos.

Bañado por una costa tan extensa, en Chile no pueden faltar los platos marineros. Abrir boca es sencillo. Comience por un apetitoso caldo de congrio. Degustar unas machas, molusco similar a las almejas, exclusivo de las costas pacíficas, puede ser el tránsito a una serie de entrantes de mayor envergadura, aderezados con la ensalada chilena clásica, a base de tomate y cebolla, en grandes cantidades. El conocido, especialmente en el sur del país, curanto (guisado de pescado, marisco y carne), no puede faltar en la mesa. Pero hay más.

El chupe de loco, con salsa de miga de pan, mantequilla, queso y hierbas es otro de los platos tradicionales. Carnes, maíz y empanadas, las parrilladas, compuestas de ternera asada, chorizo y morcillas, tan habituales en los domingos chilenos, le dejarán más que satisfecho. Los amantes de la carne van a encontrar más platos a su gusto si piden una cazuela de ave o carne en un buen restaurante, por ejemplo, o bien degustan porotos con riendas, un guiso a base de judías blancas, tallarines y longaniza. Todo incondicional del pan en las comidas, debe degustar, con estos platos, el llamado amasado, clásico pan de campo.

Otro producto, altamente valorado, es el choclo. No es ni más ni menos que el maíz, pero que los chilenos han sabido sacarle el máximo partido y utilizarlo en múltiples platos: el pastel de choclo, a base de pollo y pasas o las humitas (rollos de puré de maíz envueltos en hojas frescas) le dejarán un agradable recuerdo gastronómico de Chile.

En la cocina del país destacan, sobre manera, las siempre apetecibles empanadas. Elaboradas con carne, mariscos, cebolla, huevo..., sobre una base de harina, hacen las delicias de propios y extraños. Los postres vienen dado en su mayoría por un buen dulce de leche (manjar) o, para quienes buscan sabores nuevos, el mote con huesillo (cebada con melocotón) ponen la guinda a una sabrosa comida. Para su información, el sur de Chile, es conocido por sus chocolates y mazapanes, postres tremendamente energéticos.

La bebida en Chile tiene a bien enorgullecerse de su amplia variedad de vinos de gran calidad provenientes de las más diversas bodegas. El Cabernet Sauvignon y el Chardonnay son altamente recomendables.  Pero también es posible probar un licor de uva con limón y clara de huevo, el Pisco Sour, o bien, cualquier zumo natural de las exóticas frutas existentes. Precisamente, entre horas o cuando asalta el hambre, aproveche a comer las frescas y sabrosas chirimoyas y papayas, que junto con las sandías y los melones le dejarán un buen sabor de boca.

El plato rey de la gastronomía uruguaya es la carne, servida principalmente a la parrilla. A ésta le siguen las pastas, herencia de los italianos. Entre los platos más típicos se encuentra la buseca, una condimentada sopa de cola de buey con guisantes y judías, el chivito, a base lomo de vaca, queso, tomate, lechuga y huevo duro y el churrasco. El asado de tira, la costilla (chuleta) y el bistec de lomo, son las partes de la vaca más conocidas y mejor preparadas en esa zona. Los postres son muy típicos en todo el país y de muy buena calidad. No hay que olvidar que los uruguayos son muy golosos y que el dulce de leche es habitual en las sobremesas. Junto con la comida típica italiana como las pizzas, los platos ligeros incluyen la Media luna mixta. Las barbacoas, parrillas o asados son las protagonistas de la gastronomía uruguaya con la carne de vacuno como producto estrella.

Otros platos elaborados con carne de vacuno son: asado de tira (costillas a la parrilla), pulpa (carne sin hueso), lomo (filete de carne), chorizo (embutido de cerdo y/o vacuno a la parrilla, siendo típico el puesto callejero donde se prepara y consume). A mediados del siglo XIX, la tradición culinaria uruguaya se asentó con la fuerte presencia europea, pero otorgando siempre prioridad a la comida criolla. Se hicieron conocidos en todo el territorio platos como los ensopados, las cazuelas, los buñuelos y las múltiples variantes de la cocina española e italiana, entre ellos el puchero, el arroz con leche, el budín de pan y las cremitas, entre otras. Bien sabido es que Uruguay comparte mucho de su mesa con Argentina y Paraguay; el mate, las empanadas, el asado, las parrilladas, la carne bovina, el pescado, entre otros elementos, pero el país ha ido integrando elementos étnicos propios.

Las costillas (chuletas) y la milanesa (filetes gruesos empanados de vacuno) son muy populares y por lo general se comen acompañados de ensalada y patatas fritas. El chivito es un corte fino y grande de lomo relleno de panceta frita, mayonesa, champiñones y pickles (verduras en vinagre).  Otros platos locales son el puchero (carne de vacuno con verduras, alubias, tocino, y salchichas), pizzas, empanadas, carne de cerdo a la parrilla, pollo asado al vino, cazuela (cocido) que se suele servir con mondongo (callos), y morcilla dulce (salchichas adobadas). El postre más popular es el dulce de leche (leche condensada al baño maría), chajá (pastel de bizcocho relleno de crema y melocotones), massini (merengues de crema), y yemas (yemas de huevo cristalizadas). En cuanto a las bebidas locales destacan los vinos blancos y tintos mezclados (medio-medio). Las cervezas son muy buenas. Los licores locales son la caña y la grappa, así como la ginebra y el whisky de destilación nacional.

La gastronomía en Colombia varía entre las distintas regiones culturales (antioqueña, costeña, cundiboyacence, opita, pastusa, santandereana, valluna, etc.) Los principales elementos de la dieta colombiana son los tubérculos, particularmente la papa y la yuca, complementado con carne o pescado. Entre los cereales enteros se consume principalmente el arroz y el maíz, y del maíz y el trigo se usan sus harinas. El plátano es un elemento importante en la dieta y las legumbres tales como el fríjol, la arveja y la lenteja no suelen faltar en la mayor parte de las cocinas. Colombia posee una gran variedad de frutas. Muchas de las consideradas frutas exóticas son frutos comunes en los bosques y campos colombianos. El clima y la geografía también favorecen una gran variedad de cultivos, así como una gran variedad de especies de peces tanto de agua dulce como de mar. Entre los platos más destacados se encuentran el sancocho, la bandeja paisa y el ajiaco. Sin duda esta lista se queda corta al incluir la gran variedad de cocinas de las distintas regiones de Colombia.

En la costa norte colombiana, por ejemplo, se utilizan los mismos o semejantes ingredientes de las Antillas, aunque con un tono propio, hasta convertirse en una de las más prestigiosas cocinas del país: pescados, mariscos, plátano y yuca. Son deliciosas sus arepas de huevo y carimañolas. En los platos de La Guajira son constantes el maíz, los frutos del mar, el chivo asado, los vegetales y frutos nativos. La cocina cartagenera se destaca por su amplia gama de platos, como el arroz con coco con pasas, la sopa de mondongo, el sábalo con leche de coco, el sancocho de sábalo, el higadote, la sopa de candia con mojarra ahumada, el enyucado y una enorme variedad de dulces, buñuelos y refrescos. Los cordobeses aprovechan los productos de sus ríos y ciénagas, en recetas como la sopa de mandinga con bocachico ahumado, el bocachico arrollado y guisado, el bocachico cubierto a la sinuana, o el bocachico a la Maguana.

La comida de Antioquia y el Eje Cafetero encuentra sus fundamentos en los fríjoles y la arepa de maíz. La famosa bandeja paisa lleva, además de lo anterior, chorizo y chicharrón de cerdo, carne molida, arroz blanco, patacones y aguacate. El sancocho, la vitoria de calabaza, el chócolo, los pasteles de arracacha, son otros manjares de esta región.

En la cocina tolimense se destacan la lechona, los tamales y el viudo de capaz. En el altiplano cundiboyacense se conjugaron los ancestros español y muisca: los europeos trajeron ganado y aves de corral, los indígenas aportaron las diferentes variedades de papa y diversidad de hierbas y tubérculos. Así, el ajiaco santafereño mezcla tres variedades de papa, las hojas de guasca y la mazorca tierna muiscas, con el pollo, la crema de leche y las alcaparras de procedencia española. El cocido boyacense incluye una aun mayor variedad de hierbas y tubérculos, como las chuguas, hibios y cubios. Esta región se caracteriza también por la amplia gama de amasijos, como almojábanas, pandeyucas y garullas, entre otros. Santander aporta la arepa chicharrona, el mute, la carne oreada, el cabrito al horno y la pepitoria, mientras que de Boyacá son los cuchucos, de trigo o de cebada, con espinazo de cerdo, la mazamorra chiquita y la changua.

El Cauca es célebre por su sopa de tortilla con papa guata, el aliño de cebolla, los tamales y empanaditas de pipián con ají de maní, mientras que en Nariño hay que probar el cuy asado. La costa del Pacífico es rica en hervidos, guisos y arroces, con la infaltable compañía del plátano. Se destacan en esta región la sopa de lentejas con pescado ahumado y la sopa de piangua, un exquisito molusco; también los dulces preparados a base de coco y panela. El plato llanero por excelencia es la mamona o carne de ternera ahumada. Los ríos de los Llanos orientales, por su parte, son ricos en peces como la payara, la cachama, el pavón y el caribe. Extrayendo el jugo venenoso de la yuca brava, los indígenas de la Orinoquia preparan la mandioca y el casabe, base de su alimentación.

Bolivia. Los platos del Altiplano abundan en féculas y carbohidratos. Son típicos los chuños o tintas, patatas muy sabrosas secadas al frío. El satja, un caldo de pollo cubierto de salsa de pimientos picantes o la salteña, una empanada de carne y verduras con forma de balón, son otras de las delicias autóctonas. El desayuno se compone principalmente de café con bollos o pastelería. A media mañana se suele picar algo, las salteñas suelen ser elegidas para degustar a esta hora. La comida principal del día es la del mediodía, el almuerzo, que consiste en una sopa como entrada y un plato principal, seguido de postre y café.

La cena es similar al almuerzo pero menos elaborado. La carne es muy apreciada en Bolivia, normalmente es acompañada por arroz, patatas, oca y lechuga; todo ello sazonado con una salsa picante, llajhua, a base de tomates y locotos.. En las tierras bajas es popular la yuca y los vegetales locales, que vienen a sustituir a las patatas.

La carne suele ser de cordero, cabrito o llama. La carne de cerdo se reserva para las grandes ocasiones, mientras que el lechón es una especialidad de Cochabamba. Las carnes se preparan en barbacoas o parrillas. El pollo, preferentemente frito es también común en la gastronomía boliviana. El pescado también se consume, la trucha es típica del Altiplano, del Lago Titicaca. El sábalo, el dorado y el surubí son otros de los pescados que se encuentran en las aguas bolivianas. En algunas áreas, partes del mono y el cocodrilo sirven también de alimento. Otras especialidades típicas son las papas rellenas, patatas preparadas con algo de picante; la llaucha paceña, típica de La Paz, que contiene una masa de pan y queso; los tomates rellenos, de cualquier cosa, carne con especies o vegetales. Muchos vegetales se conservan en escabeche para que duren más y resultan también muy populares. Encontrará chola, pan enrollado relleno de carne, cebolla, tomate y escabeche, en numerosos puestos. Así como choclo, una mazorca preparada. El pastel de choclo boliviano (hecho como una pasta de maíz) está relleno de pollo. Es idóneo hacerlo con anticipación si se desea utilizar en alguna fiesta. Cuando se rellena de carne se llama pino de carne y es similar al picadillo mejicano.

El pastel de papas propio de toda Suramérica se hace también con capas alternas de carne picada y puré de patatas sustituyendo el puré por pasta de maíz.

Dentro de la cocina tradicional son muy populares las sopas densas y sustanciosas y los guisos. De aquellas la de zapallo es una deliciosa sopa de hortalizas, principalmente de zapallo (calabaza), la sopa Lagua de harina de maíz viene a ser también de verduras pero sin zapallo y espesada con harina de maíz. LA quinua es un cereal de tamaño similar al arroz, muy popular y de alto valor nutritivo base de chupes o sopas, también propio del Perú. El guiso de repollo con varias verduras, hierbas aromáticas y pimiento picante rojo o verde es un sustancioso primer plato que si se acompaña de pollo o un filete de carne, es un plato único muy apetitoso. También se toma repollo relleno de carne de cerdo o de vaca. Este plato con ligeras variaciones es común a otros países andinos. La salteña (empanada) es tal vez el plato nacional porque, aunque es originaria de Sucre, se conoce y degusta en toda la geografía boliviana. Esta es una empanada con relleno de carne molida (picada), patatas, guisantes, uvas pasas, aceitunas, huevo duro y algo de salsa picante. En todas las ciudades del mundo donde haya un núcleo de bolivianos, habrá alguien que haga y comercialice la salteña una especialidad que entusiasma a los bolivianos y a todo el que la pruebe.

Las bebidas calientes típicas son el mate de coca y el api, una bebida dulce hecha con maíz. Pero la bebida alcohólica más popular entre los bolivianos es la chicha, que se obtiene fermentando el maíz, frutas o granos. Refrescos a base de frutas, el despepitado o mocachinchi, la horchata y los batidos se consumen habitualmente. Las cervezas locales son también apreciadas y varían según su origen (las de las altitudes son más espumosas). Entre los vinos destaca el Concepción San Bernardo de la Frontera o San Pedro. Un derivado como el llamado singani es más barato y muy apreciado. Con el maíz se elabora la chicha, jugo de maíz cocido que se bebe como refresco o fermentado como un licor de alta graduación. Los indígenas lo masticaban y escupían para que fermentara. Aún se bebe chicha, es de suponer que estará elaborado de modo menos rudimentario

La cocina paraguaya es sustanciosa y rica. Es una comida fuerte en el amplio sentido de la palabra, es una deliciosa mezcla de carne vacuna, porcina, ovino, caprina y carnes silvestres, con productos vegetales tales como: la mandioca, el maíz, el choclo (maíz tierno), la batata, el zapallo, la calabaza, etc. El almidón que es la harina de la mandioca producto con el que se elabora las variedades de "chipas" que es el delicioso pan paraguayo. La harina de maíz producto con lo cual se elabora la variedad de sopa paraguaya, comida conocida internacionalmente y del maíz tierno (el choclo) del que se elabora el chipá guazú (chipa grande de maíz). La comida paraguaya tuvo su origen precolombino con la raza guaraní con una profunda historia de la civilización gastronómica, de la que nos dejaron los antepasados deliciosas y no menos novedosas recetas. Además tenemos la herencia española con nuestra colonización, es una perfecta conjugación de sabores y al hablar de España entra a relucir en tanto la cocina mediterránea. Es una cocina rica y nutritiva que tiene un abanico de posibilidades en sabores, ya depende del paladar y criterio de quien lo saboree. Sabido está que la cocina es Arte y es Ciencia, como está considerada la cocina paraguaya. Esta tiene su magia porque el extranjero que la prueba quiere hacerlo más y más. En las fiestas populares, la gastronomía adquiere una singular significación por la variedad de platos de fuerte pregnancia campesina y es motivo de atracción para el turista.

Nicaragua. Para la mayoría de las culturas precolombinas el maíz era el alimento de los dioses, tal su importancia. El maíz no sucumbió a los vientos de la conquista, sino que se mantuvo victorioso, en tanto que no dejó de ser una de las principales figuras del patrimonio alimentario, tanto en su rol de especie como de ingrediente central en platos indígenas que se siguen preparando hasta el día de hoy. Gastronómicamente no podemos olvidar el mestizaje que experimentaron, aunque manteniendo firmemente su esencia. Tan sólo por nombrar unos pocos debemos hacer referencia obligada al pinol, que se hace con maíz tostado y molido, que se agrega luego en la leche; también se prepara cocido con agua y azúcar y si hay, leche, entonces se llama tibio. Otra variante consiste en agregarle semillas de cacao tostadas y molidas, canela y pimienta de chapa lo que lo transforma en pinolillo. El pinol también se usa para rebozar pescados y hacerlos fritos. Su presencia es tan cotidiana que los nicaragüenses son conocidos como “pinoleros”.

El otro plato de maíz que se lleva las palmas es el tamal, con sus infinitas variantes. Los tamales son parte del patrimonio gastronómico de casi toda América Latina. Se trata de una pasta de maíz que recubre distintos rellenos, y que en Nicaragua se envuelve con hojas de plátano o de la mazorca de maíz y se cocina en agua hirviendo. José Coronel Urtecho nos cuenta que un tamal con un trozo de queso es considerado una comida mínima, y que de allí viene el dicho “Tamal con queso, comida de preso”. Los tamales nicas más célebres son los nacatamales, los yoltamales, el tamal pisque, los tamales o tamalitos rellenos, los tamales revueltos y los tamales dulces. Sólo describiremos los nacatamales, que se preparan con una masa de maíz que se muele con ajo, cebolla, tomate y se pone a cocer con manteca de cerdo, el relleno lleva trozos selectos de carne y tocino de cerdo adobados con achiote, ajo, cebolla, vinagre y sal, más el agregado de papas, arroz, cebolla, pimiento dulce, tomate, hierbabuena y chile congo. En lugar de la carne de cerdo puede recurrirse a la de otros animales domésticos como la gallina o del monte como el venado. Su verde envoltorio se hace con hojas de plátano, al igual que todos los demás tamales, a excepción del yoltamal. Tampoco podemos dejar de mencionar las tortillas, cuya presencia está arraigada en el comer de buena parte de los latinoamericanos, y que es el pan del pueblo en un país donde escasea el trigo. Lo más destacado es que pueden ser un plato en sí mismo, un acompañamiento o bien servir como soporte de otras preparaciones.

La cantidad de platos que se acompañan con tortillas es increíble, y va desde los frijoles y las carnes hasta el mismo chocolate. Además de la tortilla clásica, podemos hablar de las tortillas güirilas, que llevan una masa de maíz tierno molido, leche y azúcar, que se pone en un molde y se cocina el comal (en el norte nicaragüense, preparan una variante que se envuelve en hojas de plátano y se cocina al horno con bastante leña), de las tortillas revueltas y de las tortillas rellenas. El comal es una especie de plato de barro que en cierto sentido es el equivalente de una plancha, su forma es cóncava y posee un diámetro de cincuenta centímetros o más, que se pone sobre el fuego hasta alcanzar altas temperaturas, y luego se pone sobre él la masa.

Otro plato de maíz es ese delicioso pan llamado perrerreque, que lleva maíz tierno, queso, leche agria, azúcar y mantequilla de costal o manteca de cerdo, que se toma con café, leche o con otra bebida llamada fresco de pozol, que se hace con maíz y leche. Ya que hablamos de bebidas, vaya una aclaración: con el calor con que los nicas conviven a lo largo de todo el año, es lógico que de bebidas sepan un rato largo, y entonces tengan sus precisiones al respecto (gajes de la especialización). Una de las distinciones básicas es la existente entre jugos y frescos: los jugos se preparan sólo con frutas, pero si al jugo se le agrega agua y azúcar se transforma en un fresco. La cosa va más allá, puesto que los frescos se pueden hacer también con cereales, y allí tenemos al fresco de pozol que recién vimos como compañero y bajativo del perrerreque.

La historia de la carne vacuna en Nicaragua data de los principios de la época colonial, cuando los españoles comenzaron a erigir haciendas ganaderas donde nacían miles y miles de vacas. Para los nicas la vaca es tan importante que no desaprovechan nada, entonces no sólo es objeto de culto la carne (que ellos llaman carne de res), sino también las menudencias. Las carnes se glorifican de todas las maneras posibles: asada a las brasas, guisada, en sopa, como carnita deshilachada y en salpicón, por no nombrar la carne molida que interviene en los más diversos rellenos. Así de variados son también los platos hechos con lenguas, sesos, hígados, riñones, ubres y criadillas. Entre las singulares delicias cárnicas debemos nombrar la carne en vaho: se trata de trozos de carne salada y asoleada (si no es asoleada, pierde su aroma y sabor propio), aderezados con jugo de naranja agria, cebollas y tomates, ajo y chiltoma, envueltos en hojas de plátano, que se cocinan al vapor junto con una guarnición de yucas (mandiocas) y plátanos verdes y maduros cocidos del mismo modo. Como si esto fuera poco, un vaho que se precie se adereza con una rica salsa criolla de tomates, chiles y jugo de naranjas agrias y se acompaña con una ensalada de repollo y tomates que se coloca por sobre el plato.

En Bluefields, en el litoral atlántico, que es la otra provincia gastronómica nica, preparan una variante del vaho llamada rondón. Antes de describirlo recordemos que es aquí donde reside un nutrido grupo de criollos de habla inglesa, descendiente de los esclavos, y que las figuras centrales de su patrimonio gastronómico son los mariscos y mariscos y el coco. ¡Basta de prolegómenos, vayamos al rondón! Se trata de un guiso donde se mixturan por partes iguales carne vacuna, de pescado o de tortuga, yuca y bananas verdes, que se cocinan en leche de coco. Por sólo nombrar otras tentaciones de la carne, te remito a la architradicional sopa de cola de res, que además lleva culantro y verduras a discreción y, por supuesto, al mondongo, que se hace con el estómago de la res (lo que en Argentina y Nicaragua llaman mondongo y en España, callos) y verduras. Una hierba que suele usarse en Nicaragua en los platos con carne vacuna es el culantro. La carne de ave también está harto difundida, y entre los platos más populares de las fiestas patronales se incluye la gallina de chinamo, que lleva una salsa de achiote y de chiles colorados. Como ya viste, esta carne también se usa para rellenar tamales. Para estas carnes la hierbabuena es una presencia usual, aunque de ninguna manera obligada.

Los frijoles son la guarnición casi obligada de una buena parte de los platos, y que tienen tal importancia dentro del repertorio alimentario que la expresión “ganarse los frijoles” es equivalente a ganarse la vida. Los frijoles se comen hervidos y con algo de su jugo, en sopa, en un imbatible y perfecto dúo con tortillas o acompañando chacinas como los chorizos. Dentro de la pastelería se destacan aquellas manifestaciones mestizas hechas con harina de maíz, tales como las rosquillas y los bollos; con un toque más europeo debemos mencionar las roscas, las empanadillas y las quesadillas.

Vaya un renglón aparte para los dos postres nacionales: el tres leches y el Pío V. El tres leches es una torta saturada con un dulcísimo baño de leche condensada, leche evaporada y crema de leche. El Pío V es otra orgía gastronómica del mismo tono, ya que se trata de un bizcochuelo hecho con pinol y huevo que recibe el nombre de “marquesote”, que a su vez es empapado con un riquísimo brebaje que lleva un almíbar espeso, ciruelas, ron, vino dulce, ciruelas desecadas, limón y especias y que se termina cubierto con un baño hecho con leche de consistencia cremosa que se conoce como “manjar”. Si omitimos el baño, estaremos frente a la “sopa borracha”.

Si centramos la vista en el universo de las frutas, la prodigalidad es superlativa, ya que por un lado está la generosidad de la naturaleza que dotó al país con un repertorio de frutas lujurioso. Como si esto fuera poco, el saber culinario de su gente supo darles todos los usos habidos y por haber: desde almíbares, hasta cajetas y refrescos. Por sólo nombrar algunas de las frutas, vamos a referirnos al coco, papaya, naranja, toronja, mango, mamey, jocote, marañón y guayaba.

La cajeta es uno de los más tradicionales postres nicaragüenses, que se hace generalmente con un puré de frutas o leche que se cuece en azúcar o almíbar hasta espesar y luego se deja enfriar en un molde. Las materias primas preferidas para su elaboración son el coco, la leche, la batata, la papaya, la naranja agria y mil sabores más. A tal punto tenía arraigo la cajeta que hasta existían comercios para su expendio que se conocían como cajeterías. Muchas de las frutas se hacían también en almíbar, y de allí surgió la invención genial de combinarlas para dar lugar a uno de los sabores más entrañables de la Semana Santa, el curbasá. Asimismo, el calor nica y la sobreabundancia de fruta nos permiten comprender fácilmente los frescos, que es como llaman los nicas a los jugos de frutas.

La cocina hondureña suele emplear en la confección de sus platos los mismos ingredientes que el resto de países centroamericanos, es decir, tortillas de maíz, frijoles, arroz, carne de pollo y vacuno y una increíble variedad de frutos tropicales: piña, mango, papaya, aguacate, banana, etc. No obstante, son típicamente hondureñas las baleadas, tortillas de maíz rellenas de queso y masa de frijoles, las tajaditas de banana frita y las recetas con marisco.

En Honduras se habla de plato típico para referirse al tipo de comida tradicional de la mayor parte de la población, consistente en la combinación de varios ingredientes simples de sabores muy definidos, que se colocan en un mismo plato los cuales se consumen simultáneamente y acompañados de tortillas por lo general. Aunque éstas constituyen el principal bastimento es frecuente encontrar otros como la yuca o guineo verde cocidos, el arroz, las tajadas de plátano verde o a veces la pasta y las papas fritas o hervidas con salsa.

Dependiendo de los recursos existentes los componentes principales del plato serán la carne, los huevos, el queso y la mantequilla agria y por supuesto los frijoles, normalmente molidos y fritos. La ensalada suele aparecer también entre todos estos ingredientes, así como el aguacate y el plátano maduro frito. Las tres comidas principales del día, comúnmente llamadas “tiempos de comida”, difieren tan sólo en la presencia o distinta abundancia de algunos de sus componentes. Así por ejemplo, el plátano maduro es usual en el desayuno, junto con el aguacate y los huevos, mientras que el arroz es un ingrediente que no debe faltar en el almuerzo, junto con la carne, cuando la haya, y la ensalada. La cena es una mezcla de los tiempos precedentes y puede contener arroz junto con huevos y aguacate. Los frijoles aderezados con mantequilla agria y las tortillas están presentes por lo general en los tres tiempos, pero principalmente en desayuno y cena. El gusto local prefiere acompañar la comida de bebidas frías y dulces por lo general, ya sean refrescos naturales de frutas, horchatas o refrescos gaseosos embotellados.

El café, negro por lo general, es un elemento inseparable de los tiempos de comida tradicional, Principalmente en el desayuno y la cena. Las comidas de maíz La gastronomía hondureña contemporánea mantiene un elemento común, tanto en las regiones históricas pertenecientes a Mesoamérica como dentro de la región circunscaribe, en donde habitaron y habitan indígenas de tradición no mesoamericana. No obstante, las frecuentes migraciones inducidas o voluntarias hacia esta región, han hecho de la tortilla un complemento básico de la dieta alimentaria del hondureño.

En torno a la tortilla existen múltiples variantes. Las más grandes se elaboran en Olancho mientras que las más gruesas son propias de Lempira e Intibucá. Su color varía según el maíz utilizado (blanco, amarillo, negro). Las diferentes calidades de masa de maíz y sus preparaciones dan lugar a tortillas shipes (de maíz que todavía no esta totalmente maduro), tortillas rellenas (empanadas o pupusas) de diferentes elementos (frijoles, vicio o madre del maíz, flor de ayote, ayote tierno, quiletes, pescado, queso, chicharrón, loroco, etc.). Las riguas o guirilas son tortillas elaboradas con masa de maíz en elote, asadas sobre una hoja de plátano verde que se coloca en el comal caliente y se cubre con otra para darles la vuelta. Se consumen calientes, acompañadas con mantequilla, cuajada o queso.

Los tamales o nacatamales, elaborados a partir de masa de maíz maduro y otros ingredientes hervidos dentro de su envoltura de hojas de plátano o banano, merecen un apartado especial. Hay muchas variedades de nacatamales, los más comunes están rellenos de carnes de animales, cerdo, gallina, principalmente.

También son bastante populares los tamales rellenos de frijoles o de arroz, estos últimos menos frecuentes. En la costa norte se elaboran tamales con masa de plátano verde. Otras recetas de este sabroso plato son los tamales colados, los tamales de cambray (tamales que llevan dulce y canela como condimento accesorios) y los tamales de pobre que son los que no llevan ningún relleno. En la época de los elotes, el maíz tierno es la materia prima para la elaboración de los tamalitos de elote, dulces y envueltos en tusa de maíz. La misma masa de elote sólo que condimentada con dulce de rapadura, canela, clavos de olor y sal. Se utiliza también en la preparación de las montucas que como los nacatamales están rellenos de carne de cerdo o de ave, aunque en este caso envueltas en tusa de maíz verde o morado al igual que los tamalitos, Las montucas constituyen un manjar típico en las bodas, sobre todo en el sector rural.


De entre las bebidas, las más populares son las cervezas Nacional, Salvavidas y Port Royal, el ron de las marcas Plata y Caribbean Club, el licor de maíz fermentado, la chicha y el guaro. La panadería tradicional se basa en recetas sencillas de procedencia rural a base de trigo y de maíz, donde se combinan ingredientes dulces y salados. Las populares semitas se fabrican con harina de trigo forrada luego con harina de maíz tostado. Las quesadillas se elaboran con masa de maíz cocido, con huevos y queso o cuajada, y forman parte de una tradición que incluye también las sabrosas tustacas y rosquillas, de maíz y mantequilla o cuajada, las primeras como galletas redondas con dulce de caña en su centro, cuyas recetas son parte de las especialidades reposteras de varias regiones del país.

Entre las más famosas rosquillas se hallan las de Sabanagrande, La Paz, Tatumbla y Olancho. Otros productos derivados del maíz, son los totopostes (panes pequeños de masa de maíz huevos y manteca, con un punto de dulce en el centro, característicos de la región de Santa Rosa de Copán y sus alrededores), los salpores (panes en forma de rosquillas elaborados con masa de harina fina de maíz blanco tostado, típicos también de los copanecos). El pan de yema ( amasado con harina de trigo y yemas de huevos, que se utiliza también para la elaboración de las famosas torrejas navideñas) y el pan de coco, simple o dulce, elaborado por los garífunas a base de harina de trigo amasada con leche de coco, cuyo consumo es frecuente en las comunidades de éste grupo humano de ascendencia afrocaribeña.

El Ecuador posee una riquísima, abundante y variada cultura gastronómica. Una comida auténtica y mestiza, cocida por igual en cazuelas de barro y en viejos y ahumados peroles castellanos. Una cocina, en fin, con tradición de siglos y en la que se han fundido -o, mejor, se han cocido- sustancias, condimentos y experiencias del propio y de lejanos continentes. En base a tres productos de la tierra -maíz, papas, porotos- los antiguos moradores de los Andes construyeron una mesa admirable.

Con el maíz lograban platos múltiples: tostado, canguil, mote, chuchuca, mazamorras y tortillas. Los choclos, por su parte, se cocinaban tiernos, algo duros para el choclomote o se molían para elaborar esa delicia culinaria que es el chumal o humita. Con la harina del germen disecado se elaboraba chicha y excelente vinagre, y de las cañas tiernas se obtenía una miel de buena calidad.Las papas, por su parte, se comían cocidas, asadas, en puré o servían de base para platos sabrosos como los llapingachos o los locros.

A su vez, los porotos se cocinaban tiernos o maduros y enriquecían ollas fami liares junto a cuyes, nabos, achogchas y condimentos varios. En realidad, las carnes de la cocina indígena serrana provenían mayoritariamente de la caza y más escasamente de la ganadería. Sin embargo, su variedad no era desdeñable: llamas, guanacos, venados, corzas, cuyes, conejos, dantas, pavas, tórtolas, perdices, co domices, garzas, patos y gallaretas. Contra lo que podría suponerse, hubo varias bebidas de consumo común, destacándose entre todas la «chicha» de maíz, elaborada con un proceso parecido al de la cerveza. También se producía «chicha» de frutas como el molle y las moras. Lugar aparte y valor especial tuvo el chaguarmishqui, equivalente ecuatoriano del pulque, obtenido del zumo del maguey. La vida y la cocina del indígena estaban reguladas por la naturaleza, por las estaciones climáticas y por los ritos a ellas vinculados. Normalmente era simple y dependía de la caza o de la temporada de los frutos, pero tenía fechas especiales que le brindaban la oportunidad de mostrar su esplendidez.

La ocasión más fastuosa de la cocina indígena la daban las cosechas. Junto al canto coral de la recolección de papas o mazorcas estaba el lujurioso ají de cuy y hacían acto de presencia los variados potajes de la quinua, el aguamiel de maguey y la chicha madura en rincones secretos. Si la cocina andina era importante, la de la Costa lo era aún más. Además del maíz, contaba con la yuca, el maní, los camotes, el cacao, el coco, los palmitos, aves al por mayor, carnes de animales salvajes y una variedad de frutas tropicales. Un cronista español de la conquista, Agustín de Zárate, encontró en nuestra costa «muy grandes pesquerías, de todos géneros de peces y muchos lobos marinos». Otro, Fernández de Oviedo, consignó en un «Sumario de la Historia Natural de las Indias» amplia lista de «excelentes pescados... que se toman en los ríos en grande abundancia y asimismo camarones muy buenos» y agregó que «en la mar mismo se toman algunos de los de usos nombrados y palometas, y acedias, y pargos, y lizas, y pulpos, y doradas, y sábalos muy grandes, y langostas y xaibas, y ostras, y tortugas grandísimas, y muy grandes tiburones, y morenas, y otros muchos pescados, y de tanta diversidad y cantidad de ellos, que no se podía expresar sin mucha escritura y tiempo...»

La variedad de combinaciones gastronómicas que se elaboró con toda esta riqueza de productos fue sorprendente. Cazuelas de pescado y de mariscos, con salsa picante de achiote y ají. Pescado con coco (sus tancioso potaje que hoy mismo nos deleita). Salsa en pasta, de maní con harina de maíz (la famosa «sal prieta» de Manabí). Turrones de maní con miel o dulces de maní molido con harina de maíz (el hasta hoy celebrado bocadillo de El Oro y Loja). Y bollos, muchos bollos, hermanos mayores -sólo por el tamaño- de los chigúiles y tamales serranos. Bollos de pescado, bollos de camote, bollos de yuca, bollos mixtos, todos envueltos en hoja de bijao, tibios y sudorosos compañeros de todo caminante. Hubo otro potaje, casi olvidado, si no abandonado del todo: la mazamorra de maíz con leche de coco. Fernández de Oviedo nos ha dejado la receta: «Esta carnosidad o fruta (del coco), no moliéndola ni majándola mucho, y después colándola, se saca leche de ella, muy mejor y más suave que la de los ganados, y de mucha sustancia, la cual los cristianos echan en las mazamorras que hacen del maíz, a manera de puches y poleadas, y por causa de esta leche de los cocos son las dichas mazamorras excelente manjar, y sin dar empacho en el estómago, dejan tanto contentamiento en el gusto y tan satisfecha la hambre, como si muchos manjares y muy buenos hubiesen comido...»

Como se sabe, no hay gastronomía posible sin aderezos. Condimentos y yerbas, salsas y colorantes des piertan los sentidos para el ceremonial de las comidas. Y es aquí donde el trópico -esa explosión de luz y de paisaje, que Gabriela Mistral defendía bravamente- destapó sus facundias, prodigándose en yerbas, frutos y esencias lujuriantes: albahaca, ají, culantro, perejil, malvarrosa, arrayán, laurel, romero, achiote, canela, etcétera. El ají fue el más noble condimento de la comida indígena. Entero o molido, crudo o cocinado, solo, relleno o mezclado con otros condimentos, fue el saborizantes por antonomasia, el condimento clave de las grandes y pequeñas comidas aborígenes. El dio nombre o apellido a viandas y productos de la tierra: ají de cuy, ají de queso, ají de chochos, tomate de ají, ajiaco. Con el llamado tomate de árbol formó indisoluble pareja gastronómica y dio por descendencia una salsa rosada digna de los paladares más exigentes. Desde entonces y para siempre, el ají y su cohorte se convirtieron en el non plus ultra del buen gusto popular.

El Salvador. Las especialidades más populares del país son el Casado, un plato de arroz con frijoles, plátano maduro, ensalada y carne, las Chorreadas, unas gruesas tortillas de maíz tierno y las Empanadas, ya estén rellenas de queso, frijoles o carne. Otros platos muy apreciados en la región son los Tamales, el Arroz con Pollo, el Picadillo de Arracache y la Papa con Carnes. Los tamales Son elaborados de la masa del maíz, un relleno (carne de gallina, de pato o de cerdo, de frijoles, de flor de izote, de ejote, de chipilín) y salsa o recaudo. Los tamales se elaboran generalmente para festejar. . El batido es uno de los dulces más comunes en las ferias populares del país. Se obtiene de la miel de caña de azúcar y por lo general se adereza con semillas de marañón, ajonjolí. Las pupusas son tortillas elaboradas con masa de maíz o arroz, rellenas de chicharrón, frijoles o queso. Se sirven acompañadas de curtidos. Es tan popular que se pueden encontrar en cualquier parte y a cualquier hora. La Yuca con chicharrón es un plato donde la yuca se salcocha o fríe, se acompaña de salsa criolla con pedacitos de chicharrón o pepesca (pescaditas de río). Generalmente se sirve en hojas de huerta.

La gastronomía salvadoreña es rica en atoles: atol de elote, atol de piñuela y atol shuco, todos con toques y sabores diferentes. Chicha es la Bebida derivada del maíz a la que se pone a fermentar en vasijas que se entierran durante varias semanas. Dependiendo del tiempo que haya estado bajo tierra, la chicha puede ser sólo un refresco algo dulce o bien una bebida con un alto grado de alcohol. La Semita entra dentro de la categoría de pan dulce, y son placas largas, rectángulares de harina, rellenas con jalea de piña. Dependiendo de la cantidad de jalea que lleve se le llama “semita mieluda”.

La gastronomía puertorriqueña data de la época de los arahuacos y taínos quienes prosperaron con una dieta de mariscos, maíz y frutas tropicales. Hoy es también una mezcla de influencias españolas, africanas y americanas. Los españoles introdujeron cerdo, res, arroz y trigo y luego plantaron caña de azúcar. Los grupos étnicos que se asentaron en la isla, aportaron una mezcla de sabores, especias e ingredientes, que crearon la rica y sustanciosa comida puertorriqueña, con el asopao como el plato más tradicional. En la variada culinaria boliviana, los carbohidratos son un elemento vital. La dieta de los indios aimará, por ejemplo, consiste mayormente de una gran variedad de papas y de quinoa, antiguo grano de los Andes de alto valor vitamínico. En La Paz, un plato favorito es el fricasé de cerdo con ají amarillo picante (¡para valientes!); Sucre es famosa por sus chorizos mientras que Cochabamba es conocida, entre otros, por sus quesos. En Tarija se producen vinos y singanis, bebida alcohólica destilada de la uva. En el altiplano y las regiones del valle son típicas las empanadas salteñas, cuya fama ha trascendido fronteras.

A Perú, el Pacífico le regala una abundancia de pescados y mariscos. El antiguo cebiche, para el cual el pescado crudo se ``cocina'' en jugo de limón, es uno de sus platos nacionales. Pero la papa, con más de 1.000 variedades, es el alimento más importante de la cocina peruana. La papa a la huancaína, el ajiaco de papas y la papa rellena se cuentan entre las comidas más conocidas. La gastronomía peruana, enriquecida por sus antiguas tradiciones, regala además chiles, quinoa y otros granos andinos.

Los famosos anticuchos se sirven como aperitivos: pinchos de carne marinados en delicados jugos de frutas, croquetas de yuca, mazorcas de maíz blanco y otros varios. Entre los guisos con carne, es típico el carapulca, preparado hoy con charqui de carne, papas, el consabido picante, maníes triturados y una pizca de chocolate.

La riqueza de la gastronomía local le permitirá disfrutar tanto de la herencia de los sabores isleños tradicionales, como de las nuevas tendencias gastronómicas internacionales. Existe una amplia variedad de restaurantes que sirven comidas tradicionales e internacionales. La cocina puertorriqueña actual nace de la fusión de las cocinas española, africana y taína (nombre de los indios que habitaban las islas). Estas influencias han contribuido a crear una cocina autóctona y con personalidad, que se caracteriza por la amplia variedad de ingredientes y productos nativos utilizados. La base de la denominada cocina criolla tiene su origen en los taínos, que cultivaban una gran variedad de raíces, como la yuca, el maíz, la batata y la yautía. La yuca se utilizaba para preparar vinagre y casabe, una torta de yuca que se comía diariamente y que todavía puede probarse en la isla.

Los españoles aportaron alimentos como la cebolla, el ajo, el cilantro, la berenjena, los garbanzos, el ron y el coco.

Por su parte, los esclavos africanos llevaron a la isla su estilo de cocina y alimentos tales como los gandules y el plátano verde. La población africana también colaboró en el desarrollo del coco que, hoy por hoy, es un alimento básico y muy popular en Puerto Rico. Todos estos ingredientes y estilos fueron evolucionando y combinándose de generación en generación, para dar lugar a la actual gastronomía puertorriqueña, que se diferencia del resto de las caribeñas en una mayor presencia de las raíces españolas. Su plato principal son los frijoles, el arroz y los productos del mar. Las frituras son las entradas favoritas para picar. Se venden en quioscos y, además, han sido incorporadas a los menúes diarios de todos los hogares. Las frituras más famosas son los denominados tostones (plátanos verdes fritos machacados), que a menudo se sirven con arroz.

Otros platos muy conocidos son las alcapurrias (hechas de yautía y plátanos verdes rellenos con picadillo, cangrejo o pollo), las empanadillas, los bacalaítos (hechos de bacalao salado), los surullos de maíz o surullitos (hechos con harina de maíz y queso y servidos con salsa rosa) y los rellenos de papa, patatas machacadas que admiten cualquier relleno y se fríen hasta estar crujientes. Otra de las entradas tradicionales es el plátano verde hervido y troceado, que suele combinarse con ingredientes de sabores avinagrados. Además de las entradas, la cocina local goza de una gran variedad de platos que sirven como complemento a las entradas. Los más utilizados para acompañar las comidas diarias son el arroz blanco con habichuelas, los frijoles en sofrito y la salsa de tomate y cilantro. Uno de los platos más conocidos es el mofongo, que se cocina a base de plátano verde frito machacado con ajo y trozos de torreznos. El mofongo también puede ser servido con caldo - de ternera o pollo- o con carne frita. Entre los platos principales destaca la sopa nacional de Puerto Rico, con pollo y arroz, que recibe el nombre de asopao. Esta sopa también puede servirse como entrada y puede hacerse con langosta o gambas. La mayoría de las sopas tradicionales están basadas en una sabrosa combinación de raíces vegetales propias del país, carnes y salsas de sofrito.

Muchos de los principales platos de la isla incluyen como ingredientes básicos la ternera o el cerdo. Uno de los más famosos es el lechón, un plato nacional que acostumbra a prepararse en fiestas. Platos de diario realizados a base de estas carnes podrían ser: la carne con cebolla, o la carne de cerdo asada o preparada con arroz amarillo y gandules. Puerto Rico tiene también una gran variedad de pescados y mariscos. Los platos elaborados a base de mariscos son en su mayoría de herencia española. Los pescados como la sierra, se preparan en sofrito y en escabeche. A pesar de que éste no se encuentre en la isla, una de las comidas típicas locales durante siglos está hecha a base de bacalao.

Entre los postres más consumidos se encuentran la papaya verde con dulce de lechoza, el casco de guayaba con queso blanco, la batata dulce, el pudding de pan, el arroz con dulce y los sorbetes de frutas tropicales, como el tamarindo y el flan de vainilla, coco o queso. Puerto Rico es uno de los principales productores de ron en el mundo y es la patria de la piña colada. Con el ron se elaboran también otras muchas mezclas, utilizando frecuentemente zumos de frutas tropicales como la guayaba, la piña, la papaya o el tamarindo, entre otras muchas. Las cervezas, que en su mayoría son de elaboración local, son suaves y se sirven casi heladas. También se pueden encontrar cervezas americanas y europeas.

La República Dominicana ofrece una variedad de atractivos platos donde mezcla las influencias taínas, europea y africana en una explosión de sabor rica en matices y condimentaciones. La dieta del dominicano está basada en el plato típico mejor conocido como "La Bandera" compuesto de arroz, habichuelas o frijoles rojos, carne, ensalada y plátanos fritos. Entre otros platos típicos que no puede dejar de saborear son el Sancocho en la región Norte, una especie de cocido español, el pescado con coco en la región Nordeste, el Chivo de Azúa en la región Sur y el famoso "mangú" que no es más que el plátano verde hervido y luego prensado.El cazabe constituye una de las tradiciones gastronómicas desde tiempo de los Taínos el cual consiste en una especie de pan elaborado con la yuca y con el cual se combina el "chicharrón" que es la piel del cerdo sazonada y luego frita.

El Chenchén, plato típico del sur que consite en maíz partido en trozos pequeños y hervido durante horas con diversas especias, el que se acompaña de chivo guisado. El Chacá, también a base de maíz, postre preparado con leche, azúcar y canela, así como leche de coco. El pescado y el moro de guandules con coco, típico de Samaná. El arroz con frijoles, infaltable en la mesa del dominicano, se cocina de diferentes maneras. El plátano, con el que se prepara el mangú, el mofongo y los pasteles en hoja. La yuca, con la que se elabora, además del casabe una empanada rellena de carne, queso o pollo denominada catibía. Así como frituras diversas y pastelones o chicharrones de cerdo y embutidos: longaniza, butifarra y morcilla son parte de las comidas populares, al igual que el yaniqueque, torta de harina frita en abundante aceite, arepitas de maíz y yuca, torrejitas de bacalao, vísceras de cerdo y pollo fritas o gruisadas, batata frita, mondongo, pata de vaca guisada, cocido criollo y otros. Platos de la típica cocina criolla son: el arroz mezclado con habichuelas o guandules se llama moro; la misma mezcla, pero bien jugosa es el chambre; el plátano maduro, con azúcar y canela los plátanos maduros al "caldero", y las habichuelas con las que se prepara un postre muy típica de Cuaresma llamada habichuelas con dulce.

Por último comentar la gastronomía panameña. En Panamá son muy comunes las sopas, sopas de maíz, frijoles, huevo, plátanos verdes, alverjas, Ñame … Como acompañantes encontramos las ensaladas de los mas variados matices, sazonadas con coditos, aguacates, atún con pimientos, con gallina, con camarones y miel. No deben faltar en una reseña gastronómica panameña los pasteles, pasteles de pollo, piña, pavo, bacalado, ajíes y chorizo. Panamá es una zona costeña que ha aprendido con el paso del tiempo a preparar pescados y mariscos. Los mejillones, el salmón, los camarones, el pulpo y toda la variedad de especias puestas a disposición de la imaginación culinaria son la oferta gastronómica de Panamá al servicio de los buenos comensales.

Bibliografía:
·         “La cocina Mexicana”. Girad, Silvie. Ed. Reditar (2005).
·         Chile, maíz y frijoles”. Zingerling, Cornelia. Editorial Everest S.A. (1999).
·         “La Cocina sudamericana”. Maumont, Jean Michel y Perafan-Simmonds, Maria Stella. Susaeta Ediciones S.A. (1997).
·         “Cocina Sudamericana”.Delachet, Guillén. Edi Susaeta. ISBN: 84305-84013

Este articulo fue publicado por Jesús Portillo Fernández. Licenciado en Filosofía en Febrero 2006.