Pautas de calidad para el servicio a personas con capacidades restringidas

Uno de los objetivos del último quinquenio del siglo XX es la integración social y productiva de personas con capacidades restringidas, concepto este que hoy reemplaza y amplía el tradicional término popular "discapacitado o minusválido". Tradicionalmente encontramos dos conceptos: discapacidad y minusvalía, muchas veces utilizados como sinónimos, que marginan consciente o inconscientemente a un grupo numeroso de personas.


En primer lugar se presenta la necesidad de diferenciar las capacidades / discapacidades y las valías / minusvalías a fin de comprender esta problemática social que nos involucra a todos y no como se cree, generalmente, solo a un grupo reducido de personas.

Las capacidades son cuestiones propias del individuo. Hay distintos tipos de discapacidad: motrices, sensoriales (visuales y auditivos), mentales, etc., por lo que la capacidad es un problema propio del sujeto medido desde una teoría social que define quién es capaz y quién es menos capaz.

En cambio la "valía" es la relación entre la capacidad de uno y el medio físico que lo rodea. El término "minusválido" implica una capacidad restringida con el medio y allí ubicamos a todos aquellos que no conforman el modelo "adulto joven de sexo masculino" que fue tomado para el diseño de la ciudad. Así el niño no puede utilizar ni transitar la ciudad sin el cuidado de sus mayores, el segmento de la tercera edad - que corresponde al 12% de la población mundial- carece del equipamiento urbano para sus necesidades de libre desplazamiento, junto a aquellos que tienen restricciones motoras, visuales y auditivas - que de acuerdo a la UNESCO son el 10% de la población mundial- que hoy son poco advertidos debido a la eficiencia de las barreras arquitectónicas y urbanísticas que impiden su integración a la vida activa. Se suman a ellos sus parientes directos, etc. y los discapacitados transitorios (personas embarazadas, enyesadas, discapacitados viscerales, etc.); así podemos continuar sumando personas que según las estadísticas afectan en total al 40% de la población mundial.

Dice Clotilde Amengual[1]: "...La vinculación entre la accesibilidad y el turismo es reciente y su actual significación sólo registra decenios y el turismo para todos que planea, diseña y desarrolla actividades para el ocio y el tiempo libre de manera que puedan disfrutarlo todas y cada uno de los individuos, no se debe concebir como un turismo para grupos de personas con capacidades diferenciales.

El turismo accesible es pues el que puede realizar cualquier persona con independencia de su edad o que padezca alguna discapacidad o haya sufrido algún accidente o enfermedad.

La población de cualquier grupo social encuentra diversos factores que obstaculizan o impiden la movilidad y la comunicación en su medio. El origen de las exclusiones pueden estar motivadas por:

Menoscabos mentalesfísicos, (sensoriales, motorices, viscerales y/o patológicos) y casos asociados;
Factores cronológicos (ancianos y niños menores de seis años);
Factores antropométricos (gigantismo, enanismo y obesidad);
Circunstancias transitorias (el embarazo, llevar niños pequeños en los brazos, en cochecito o bultos pesados, accidentes sin secuela posterior invalidante, la convalecencia, etc.).
Este colectivo se lo denominará con la expresión personas con movilidad y comunicación reducidas (PMCRs), y para el cual se analizarán los impedimentos físicos se presentan en el entorno material, que se denominarán barreras físicas y que originan procesos de desventaja.

Los colectivos anteriormente mencionados suponen un enorme potencial turístico que se debe tener en cuenta, ya que de no ser así se dejaría de lado a un importante número de la población, que la industria turística desconoce o no lo tiene en consideración en numerosas ocasiones.

La discapacidad se transforma en minusvalía cuando los componentes sociales actúan negativamente sobre la persona y en comunidades que han mantenido durante centurias conductas de discriminación, marginación, compasión, ocultamiento, prejuicio y mitificación que aún siguen influyendo fuertemente en las relaciones entre las personas con y sin discapacidad...".

En conclusión, podemos decir que por un lado las capacidades o discapacidades son temas médicos, y por el otro las valías o minusvalías son temas de todos porque todos somos minusválidos en algún momento de nuestra vida. A título de ejemplo de esta afirmación podemos decir que un niño es minusválido cuando no alcanza a accionar el disco de un teléfono público, una mujer embarazada o un anciano que no puede acceder a un edificio por distintos impedimentos (una escalera, una puerta giratoria, etc.), una persona enyesada que no encuentra un banco por falta de equipamiento urbano en los espacios públicos y ni hablar de los discapacitados motrices en silla de rueda, los disminuidos visuales o auditivos considerados individualmente o con su grupo familiar.

Antes de comentar las reglas más importantes que han de seguirse para el trato con personas con necesidades especiales, ha de dejarse constancia de tres hechos harto conocidos, pero relevantes:

  • Existe un buen número de personas que, por deber profesional, han de relacionarse con personas con necesidades especiales con cierta frecuencia. Se cuentan entre ellas la mayoría de los profesionales del turismo, en todas sus especialidades y manifestaciones.
  • El miedo a equivocarse, a tratar incorrectamente a tales personas, hace, con frecuencia, que estos profesionales se inhiban y rehuyan el trato con aquéllas.
  • En otros casos, la falta de conocimientos suficientes en la materia, lleva a cometer errores tontos, fácilmente evitables. 

Por todo ello, los discapacitados son, en ocasiones, rechazados o temidos, por considerarlos una eventual fuente de complicaciones para el personal turístico. Pero no podemos olvidar, en ningún caso, que los discapacitados son personas como cualesquiera otras, que necesitan contactos humanos con los demás, pudiéndose afirmar, sin lugar a error, que no es difícil tratar con ellos. Se debe desmitificar esta figura del cliente con necesidades especiales.

Para conseguirlo, sólo es necesario tener en cuenta unos principios elementales:

·         Ponerse en su lugar, comprenderles a ellos y a su mundo peculiar.
·         Adoptar una actitud mental positiva, que significa, en síntesis, ver en el discapacitado lo que tiene y no lo que le falta. Tomar en consideración todo aquello de que son capaces y apreciarlos como personas humanas de igual valor que las demás.
·         Complementariamente, conocer y aplicar algunas normas prácticas.

Reglas generales

Son pocas y sencillas de aprender y aplicar:
  • No subestime a los discapacitados. Déjeles que hagan por sí mismos todo lo que puedan. La mayoría puede bastante y les gusta hacer las cosas por sí mismos. Al tiempo, les agrada que se reconozcan sus méritos y progresos, naturalmente, sin exageraciones que supongan un insulto a su inteligencia.      
  • No les ayude nuca sin proponérselo antes. La ayuda "impuesta" les hiere como un desprecio. Hay que preguntar con naturalidad si desean ayuda y de qué clase. Nadie debe ofenderse si la ayuda ofrecida no es aceptada.
  • Ayude discretamente, sin llamar la atención de las personas del entorno, con naturalidad, sin precipitaciones ni revuelo. No se debe presumir de ayudar, ni adoptar un rol sobre protector. Al discapacitado le molesta mucho llamar la atención.
  • Hay que ser natural en los contactos personales con los discapacitados. Lo que ellos desean es que les trate como a iguales. Procure sobre todo:
      • No sentirse embarazado al hablar con ellos.
      • En ningún caso pronuncie frases compasivas sobre su estado. Cuando venga a cuento, hable de éste con naturalidad.
      •  No caiga, ni en un mutismo tenso, ni en una explosión verbal inadecuada.
      • No les trate nunca como a niños, ni siquiera a los discapacitados psíquicos adultos.
Como personas normales que son, se asombran ante este tipo de actuación y les molesta.

  •  No les aconseje a menos que se lo pidan. En general, saben muy bien lo que necesitan y desean y, de una u otra forma, pueden manifestarlo.
  • No se dirija nunca al acompañante del discapacitado, a menos que él no pueda seguir la conversación. La marginación, aún ocasional, hiere profundamente. 
  • Mantenga con ellos los contactos humanos normales: llamadas telefónicas, invitaciones, paseos o charlas. Valoran mucho que se demuestre interés por sus trabajos profesionales y actividades de todo tipo. Es importante felicitarles por los resultados obtenidos en cualquier actividad, como sucede con las personas no discapacitadas. 
  • Demuestre comprensión y tolerancia. Piense que se hace a diario con los no discapacitados. Como antes dijimos, no se ofenda si rechazan su ayuda. Al contrario, hay que alegrarse de su validez para ciertos actos. 

Pautas de calidad en la gastronomía

Las pautas de calidad del área gastronómica involucran en primera instancia variables de diseño de las instalaciones en las distintas etapas del circuito (que se inicia con el acceso al establecimiento para luego continuar con el traslado a su mesa, un eventual traslado al servicio sanitario, la utilización del equipamiento del establecimiento -mesas sillas, etc.- y culmina con el egreso de las instalaciones del establecimiento). Este circuito requiere considerar pautas como ser la señalización de acceso y distribución, espacios de circulación, separación entre mesas, alturas de mesas y mostrador de bar, etc.

Paralelamente se deben considerar indicadores modelos de calidad en el servicio al cliente tanto válido como minusválido, cuyas pautas principales se describen en la pagina siguiente.

La OMT en su documento Para un turismo accesible a los minusválidos en los años 90 considera pautas de diseño con relación a esta área:
Instalaciones de restauración

Un número adecuado de restaurantes, cafeterías, cafés y bares de la zona debería disponer de instalaciones para minusválidos (mesas especiales accesibles, menús impresos en grandes caracteres, así como en braille y servicios higiénicos y telefónicos accesibles). Estos establecimientos deberían estar adecuadamente indicados para facilitar la orientación..."

KEROUL de Canadá plantea en su publicación "Offrir un meilleur service...une questión d'aménagement et d'accueil" algunas pautas generales de calidad en la prestación de los servicios, en que se destacan:
 "... Si una persona tiene problemas de elocución, pídale repetir lo que desea, es enojoso que le sirvan un plato que no le agrada. Si Usted no puede realmente comprenderlo, ofréscale lápiz y papel o pídale a otra persona que le sirva de interprete...

...Si Usted se da cuenta que un cliente parece no comprender lo que le dice o no reacciona a sus repetidas preguntas; puede ser que sufra una deficiencia auditiva. Para ayudarlo, colóquese cerca de él, cara a cara, de manera que su rostro sea bien observado y después hable normalmente, articulando bien, pero sin exagerar el movimiento de los labios. Sea natural!. Una persona con deficiencia auditiva tiene necesidad de pautas para comprender lo que Usted le dice. Los movimientos de los labios, la expresión del rostro y los gestos hechos lo más naturalmente posible, son los que más pueden ayudarlo...

...Las personas con deficiencia visual preferirán que se les presente un menú impreso sobre papel mate con caracteres cuyas mayúsculas tendrán una altura de 4,5 mm. El menú es más fácil de leer si está impreso en colores contrastantes, letras en negro sobre fondo amarillo o blanco, o verde oscuro sobre fondo blanco...

...Cuando se coloca un vaso o un plato frente a una persona con deficiencia visual, infórmele sobre el lugar donde lo ha ubicado. Indíquele donde se encuentra cada uno de los alimentos en el plato, asociándolos con la posición de las agujas del reloj; por ejemplo: le dirá, las arvejas están a la una, la carne a las tres y las papas a las nueve
.
...Una persona anciana, con un bolso de viaje en la mano, espera una mesa libre para comer. Le sería cómodo encontrar cerca de la entrada o en el vestíbulo un banco o algunas sillas que estarán fuera de la zona de circulación...".

También dice que:

"... La carta de los derechos del hombre, prohíbe la discriminación, cualquiera que sea, hacia las personas que deben usar prótesis. El perro-guía es considerado una prótesis en el sentido de la ley (se refiere a la legislación en Canadá), está prohibido negar el acceso a una persona con deficiencia visual y a su perro en los edificios públicos, comprendidos los restaurantes. El perro-guía no es un animal común. No hay que acariciarlo, llamarlo o molestarlo cuando tiene su arnés: está en pleno trabajo. Por su adiestramiento el perro ha aprendido sólo órdenes de su amo. Este recompensa o reprende a su perro cada vez que lo juzga útil. Antes de aproximarse a un perro-guía, será conveniente pedir permiso a su dueño...".

[1] Arquitecta Argentina, estudiosa de la inserción social de los discapacitados y minusválidos.