¿Por qué compra un cliente?

Todos los que nos dedicamos a los negocios (y a las franquicias) estamos preocupados por captar un mayor número de clientes, cautivarlos y lograr mas ventas. De hecho, uno de los rubros mas importantes en las empresas está dedicado a la mercadotecnia y la publicidad. Pero, ¿Cuáles son los principios que determinan que un cliente compre?

Los clientes compran, no se les vende. Piensa en tu propio caso, ¿cuántas veces un vendedor (por mas astuto que sea) ha logrado que saques tu cartera y contra tu voluntad te lleves lo que te ofrece? Así que si el cliente no está convencido de los beneficios que tendrá el producto, difícilmente lo comprará. Dentro de tu negocio, ¿Qué se le ofrece al cliente? Un producto o una solución, el producto qué ofreces: ¿En qué beneficiará a tu cliente? ¿Por qué el tuyo le da mas beneficios que el de la competencia? Tener claros estos aspectos te permitirán diseñar una estrategia de promoción, exhibición y venta de los empleados en tu tienda (o negocio, o franquicia).


Existen muchas tiendas de abarrotes (incluyendo los oxxo) y para todas hay clientela (tengo la percepción de que es un negocio con un índice de quiebra bajo). ¿Por qué, si todas venden lo mismo? Aunque no lo hagan concientemente cada una de estas tiendas ha tenido que diferenciar los beneficios que ofrece a su clientela. Poco se ven promociones como: “2 coca colas al precio de una” y cuando las hay, son promociones que las mismas marcas hacen, pero para todas las tiendas. Así que los beneficios están en otras partes y al ser productos que todos compramos hay mucho por hacer: unas tiendas resaltan la variedad de productos disponibles, otras los productos mas caros, he visto que algunas exhiben su gran variedad de licores, etc.

Así que cada una termina por especializarse y tomar un pedazo del mercado. Tendrá mas éxito la que logre dar beneficios a un mayor número de clientes.

El cliente Compra Beneficios.

Es un hecho que la gente tiene la necesidad de adquirir satisfactores para su vida diaria. ¿Qué tipo de satisfactores? Los básicos (alimentación, techo, vestido, etc.), los de pertenencia (convivencia familiar, entretenimiento, etc.) y los de status (accesorios, inversiones, etc.). Por otra parte la gente tiene recursos limitados (aunque estén dentro de un sector socioeconómico alto) y no pueden comprar todo lo que se les pone en frente: como consumidores somos selectivos y decidimos en dónde aplicar nuestros recursos.

Así que: ¿Cómo hacemos que el cliente compre nuestro producto? necesitamos saber qué necesidades puede cubrir con él y en qué circunstancia se encuentra cuando sabe que existe (sea que vea el producto, la publicidad, escuche hablar de él, lo pruebe, etc).

Es decir que tiene que ver una relación entre los beneficios que el cliente encontrará en el producto y la oportunidad de usarlo. Un negocio de flores en una zona de funerarías tenderá a tener mucho éxito, aún cuando otros competidores ofrezcan mejores productos o mejores precios. La oportunidad lo es todo y de ahí se basa el principio de ubicación de un negocio.

Me refiero a cubrir necesidades y no solo a las características del producto, por que cada producto puede satisfacer mas de una necesidad: un desodorante no solo cubre una necesidad de higiene, sino también de autorealización. Un restorán de comida corrida no cubre solo la necesidad de comer sino también la necesidad de ahorrar. Un café de starbucks no cubre la necesidad de una bebida, sino también la necesidad de verse en un lugar bonito, etc.

Para establecer la promesa de venta, es necesario primero conocer qué necesidad se va a satisfacer y luego resaltar que nuestro producto cubre la necesidad del cliente, en donde lo necesita, en el momento que lo necesita.

La información es mas poderosa que la promoción.

Yo puedo “obligar” a alguien a comprarme un producto, esta era la estrategia de ventas en el pasado. En donde un vendedor habilidoso lograba crear la necesidad en un cliente y lograba que pagara por él. Debemos aceptar que todos somo clientes y que no nos dejamos engañar. Una vez que se fue el vendedor y nos preguntamos: ¿Y esto para qué lo quiero? el sentimiento de engaño es cada vez mas fuerte y dificilmente compraré una segunda vez.

Por eso hablo de vender los beneficios, identificar cómo es que el cliente cubre sus necesidades y resaltarlo en nuestro producto. Es ahí en donde hablo de información. El cliente necesita saber qué necesidades cubre mi producto. Qué le puede resolver, facilitar, incrementar la satisfacción, etc. En la medida en que el cliente sabe que con nuestro producto sus necesidades se ven satisfechas, pensará en adquirirlo.

Me encontré en un negocio que ofrecía un descuento del 25% en un perfume. Mi impresión fue: “No ha logrado vender ni uno”. Me acerqué para conocer el producto y en efecto, se veía que hacía mucho que no podía vender ninguno, por que estaba con una capa de polvo. ¿Qué relevancia tiene esto? Que el simple hecho de promocionar un descuento, puede ayudar a restar valor a mi producto (o servicio). ¿Los clientes quieren ahorrar? Yo creo que si, pero buscarán ahorrar en cosas que les resulten benéficas. Es decir: no somos cazadores de ofertas.

Si no estás logrando las ventas que deseas, te conviene preguntarte si tu cliente conoce los beneficios que le da tu producto. Quizá sea momento de replantear una estrategia de comunicación. Darle información al cliente tiene un efecto de mediano y largo plazo. Puede que no recuerde el nombre del producto ni el precio, pero recordará en qué le ayuda.

El cliente se cautiva cuando se identifica con el beneficio.

¿Te has dado cuenta de que los comerciales te pasan escenas en donde los protagonistas viven la vida al máximo, resuelven sus problemas, etc.? ¿Qué busca la publicidad al darle a los que la ven (o escuchan) Un vistazo de lo que podrían lograr si compran el producto?  Les permite que se identifiquen con los beneficios que tiene el producto (Sean físicos, emocionales o imaginarios).

Esa es quizá la razón mas poderosa para que un cliente compre. Que se adueñe de la sensación de bienestar que el producto le ofrece y la viva desde antes que lo consuma. Piense en si mismo y la última vez que adquirió un coche: ¿Cómo fue el proceso de comprarlo? ¿Qué lo decidió por el que compró? ¿El precio? ¿Las comodidades? ¿Las facilidades de pago? haga un esfuerzo y trate de recordar qué fué lo que le informó de esta característica. Verá que empieza a recordar las asociaciones que hizo y como se visualizó a si mismo disfrutando de los beneficios que ofrecía el coche.

El último vehículo que compré lo hice con un vecino, el precio había sido muy atractivo. ¿Cuál fue la información que recibí? Es un buen vehículo, me da confianza saber que son gente responsable que cuida los coches y me voy a ahorrar futuros inconvenientes. Su ejercicio imaginario, ¿Fue algo similar?

Todos los compradores pasan por el mismo proceso.

Hablando de su negocio y sus productos. ¿Qué beneficios brindas a tus clientes? ¿Cómo estás comunicando estos beneficios? ¿Logras que el cliente se imagine a si mismo disfrutando de ellos? Si no es así, quizá te conviene replantear la forma en que comunicas: ¿Cómo podría hacer que se imaginaran gozando el beneficio que les promete?

Lo siguiente es que hagas un plan de trabajo para que todos los elementos de comunicación dentro del negocio sean congruentes:
  • La publicidad.
  • Los anuncios (Lonas, posters, folders, etc.).
  • El material promocional (Plumas, llaveros, etc.).
  • Los cuadros y fotografías que decoran la sala para recibir clientes.
  • Tu sitio en internet.
  • Los mensajes de tus correos.
  • El mensaje de la recepcionista al contestar los teléfonos.
  • El speech de venta de los vendedores.
  • Etc.
Una última recomendación: El simple hecho de mencionar los beneficios al cliente no es suficiente, deja que los viva.

El tiempo que se tiene para que el cliente nos vea es mínimo.

Hace un tiempo uno de mis clientes pasaba por problemas de ventas. La ubicación del local podía considerarse de excelente y el producto ya era conocido por los clientes y había demostrado que lo aceptaban. Pero las ventas habían caído mas de 60% en tres meses.

¿Qué había pasado? Hicimos una serie de estudios (entre ellos entrevistas con clientes) y detectamos que el principal problema era que el cliente ya no lo identificaba como “novedad” y desconocía qué productos se vendían ahí.

Todos somos clientes y cada uno de nosotros tiene patrones distintos para comprar, pero hay algo que nos es común: estamos saturados de publicidad, promociones, imágenes que nos encontramos en nuestros recorridos (sean de trabajo o de esparcimiento), nos hemos hecho a la idea de seremos bombardeados por los comercios que nos quieren vender algo. De hecho, la publicidad termina siendo parte del paisaje. Adicional a esto tenemos que sumar que el estilo de vida en las ciudades (y no hablo solo de las grandes) es cada vez mas rápido y tenemos muy poco tiempo para atender la información que nos encontramos al paso. Me he encontrado negocios que utilizan grandes discursos para ofrecer sus productos, en alguna ocasión intenté leer todo lo que decía una lona en un centro comercial mientras bajaba las escaleras eléctricas: no pude terminar de leerlo, ya había terminado mi recorrido.

Así que empecemos por aceptar que el cliente (o mejor dicho: cliente potencial) tiene muy poco tiempo y disposición para recibir la información que nuestro negocio quiere transmitirle. Contamos con muy pocos segundos para llamar su atención y lograr que se fije en nosotros. Hacer que entre en nuestro negocio y reciba la información parece una tarea titánica. Aunque en verdad no es así. Hay que “sintonizarse” con el momento que vive el cliente y hacer que se identifique con los beneficios del producto. Este es el principal reto de la mercadotecnia.

Imaginemos por un momento que somos una agencia de viajes y queremos vender paquetes de vacaciones económicos. La opción de poner las características del paquete y los precios (como en la foto), puede resultar incómodo para el cliente: primero tiene que acercarse a leerlos y luego decidir si eso es algo que le conviene. Yo le propondría una estrategia distinta: un solo anuncio que pueda ser visto desde 5 o 10 metros de distancia: “¿Quieres llevar a tu familia de vacaciones? !No tienes que gastar mas! En seguida la invitación para que entre, tener preparados folletos que expliquen y que la persona que va a hacer la venta tenga las herramientas para dar informes y lograr la venta (que ya es otro tema).

¿Esto garantiza incrementar la venta? La respuesta es no. Lo que está buscando es que el cliente se identifique con el beneficio (Vacaciones a buen precio) y que un número mayor de interesados se acerque a pedir informes. Una vez conseguido esto, se puede hablar de incrementar la venta. El punto es que en dos frases estamos transmitiendo los beneficios y dejando que sea el cliente el que los compre. La información puede ser transmitida para que se vea, se huela, se escuche o se sienta (o una combinación de varias). Y mejor aún: el cliente podrá olvidar el producto, el precio, las características: pero recordará el beneficio que le brinda.

¿Qué hice en el caso de mi cliente? Pequeños cambios en el acomodo de la tienda, exhibiendo los productos mas atractivos en el frente, cambié el color de una de las paredes y pusimos una lona con la foto de una persona delgada con la frase ¿Y tu, cuánto quieres bajar? (vendíamos productos para bajar de peso) Nos tardamos 3 meses haciendo estrategias similares, pero logramos recuperar el nivel de ventas.

El exceso de información tiende a confundir al cliente.

En nuestra revisión sobre los motivos de los clientes para comprar hemos hecho énfasis en que la información que informa de los beneficios permite que el cliente se cautive por nuestro producto, que el tiempo para hacerle llegar esta información es muy corto y necesitamos ser precisos en el mensaje que queremos que capte.

En la entrada de hoy quiero tocar uno de los grandes errores que cometemos al promocionar nuestro producto: saturar al cliente. Creo que esto pasa ante la desesperación de conseguir ventas. Vamos acumulando mensaje sobre mensaje en la esperanza de que si no capta uno, lo capte el otro. En mi experiencia esto solo logra que el cliente se confunda.

1. Sabemos que el cliente ya está expuesto a mucha información y promoción durante sus trayectos. Llega un punto en que dejará de ver la publicidad y se concentrará en si mismo. Y si al pasar frente a nuestro negocio (o a nuestra información) sigue el mismo patrón de saturación, dejará de verlo. Lo integra al paisaje urbano-comercial que normalmente ve. No va a recibir el mensaje. El colmo me sucedió en una tienda (que administraba) en una zona de comercio informal. Tratábamos de que nuestros productos resaltaran e hicimos una exhibición con muchos productos. El efecto fue terrible: parecíamos una extensión de los puestos ambulantes y que vendíamos lo mismo. Tuvimos que hacer cambios.

2. La saturación de información dentro de un negocio tiene el mismo efecto. Demasiados posters, cartulinas o letreritos hará que el cliente se pierda. Me ha tocado ver que a pesar de que hay mucha información la gente prefiere preguntar al encargado por un producto, sus características o el precio. No he investigado, pero supongo que habrá algo de flojera por parte del cliente (y además tiene razón, por eso es el cliente) para tener que leer toda esa información y luego decidir si le interesa o no.

3. La saturación se da en varios canales de comunicación. Una de las empresas en las que laboré tenía como forma de promoción utilizar una grabación, anunciando los beneficios del producto. Esta se repetía una y otra vez. Detectamos que el efecto había sido por un corto periodo de tiempo y que la gente dejaba de escuchar. Se incomodaba por el exceso de ruido y era lo que mas recordaba, pero el mensaje no. Lo mismo pasa con los aromas: un aroma excesivo tenderá a rechazar al cliente en lugar de animarlo a comprar. Esa es una de las razones por las que los restoranes cuidan de canalizar el aroma de su cocina fuera de la zona de comensales.

4. Se corre el riesgo de cometer incongruencias. En donde se le da dos informaciones distintas al cliente sobre un mismo producto. El exceso de información o la falta de actualización pueden hacernos pasar malos ratos. La publicidad en punto de venta debe tener una vigencia (mas allá de lo que se le promete al cliente), para que entre y salga de la exhibición.

Mi recomendación es que busquemos que el mensaje llegue de la forma mas sencilla, clara y directa que se pueda al cliente. Que resalte por el contenido y que no se pierda entre todos los estímulos que tiene que soportar. Antes de poner un nuevo letrero, un nuevo poster o poner una grabación a todo volumen, pregúntate: ¿Le queda claro el mensaje a quien pasa por aquí? y si es necesario has un sondeo con los clientes potenciales.